“Estoy cansada” dice Elizabeth que tiene 52 años y cuida a Michael, su hijo, quien tiene una lesión de la médula espinal.
Michael tuvo un accidente automovilístico y tiene una lesión de cuadriplejia muy seria, donde necesita ayuda en todo momento. Mueve un brazo, muy poco y sin fuerza. La rutina de Elizabeth es levantarse para hacer un desayuno, que no sea muy sólido pues Michael no puede tragar bien, luego le quita la máquina de ventilador para que el respire por sí mismo por una hora y así analizar si en algún momento se le puede quitar la máquina de respiración y él tenga menos dependencia de maquinara médica. Consiguiente lo ayuda para hacer estiramientos de sus piernas y brazos. Después del almuerzo, ella debe limpiar la traqueotomía y comenzar el proceso de bañarse. Cada tres días, con la ayuda de un vecino, lo pasan a una silla de baño para que él pueda darse una ducha completa y de una vez, Elizabeth aprovecha y afeita su barba y bigote. Los demás días a Michael hay que bañarlo con paños, pues Elizabeth no tiene la fuerza para ponerlo en la silla de baño. El proceso de bañarlo a paños se hace mínimo dos veces al día. Para todas estas tareas, Elizabeth ha tenido que dejar su trabajo como cajera en un banco pues Michael no puede vivir solo y no tiene otro familiar que la ayude.