Las investigaciones relacionadas con las variantes, los tratamientos y las secuelas por la COVID-19 continuaron durante más de tres años después de que se informó el primer caso. Los investigadores y profesionales médicos continúan aprendiendo sobre el SARS-CoV-2 y utilizan sus descubrimientos para aumentar la prevención y la protección contra la COVID-19 y sus secuelas.
La mayoría de las personas infectadas por la COVID-19 experimentan síntomas. Sin embargo, aproximadamente el 20 % de las personas quienes son diagnosticados permanecen asintomáticos.1 Según la hipótesis de los investigadores, una variante del antígeno leucocitario humano (HLA, por sus siglas en inglés) puede ser responsable de los casos asintomáticos de la COVID-19. El estudio contó con la participación de un grupo de personas no vacunadas con una variante genética, HLA-B*15:01, con diagnósticos positivos de COVID-19. Los investigadores estudiaron para determinar si existía una relación entre cinco loci HLA con la infección asintomática y los resultados encontraron una relación entre el HLA-B*15:01 y las personas con dos copias de la variante genética -transmitidas por su madre y su padre- siendo asintomáticas.
Los descubrimientos indican una relación entre la inmunidad de células T preexistentes y los investigadores encontraron que las células T de pre-COVID-19 que contenían HLA-B*15:01 eran sensibles al “péptido inmunodominante derivado del SARS-CoV-2-S NQKLIANQF.”1 Los hallazgos en las células T mostraron que las personas con HLA-B*15:01 tenían inmunidad preexistente.
Los investigadores utilizaron los datos de los participantes para evaluar si los factores no genéticos modificaron la probabilidad de que los participantes tuvieran síntomas asintomáticos. Asimismo, descubrieron que los factores no genéticos no afectaban si una persona sería asintomática.
La COVID-19 continúa creando subvariantes. Cada subvariante implica el riesgo de aumentar las tasas de infección y efectos secundarios. Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) actualizan su proyección de variantes de la COVID-19 cada dos semanas. Las tres variantes revalentes2 son EG.5 (denominada Eris), FL.1.5.1 (denominada Fornax) y BA.2.86 (denominada Pirola).
Dos de las variantes prevalentes de la COVID-19 derivan de la subvariante XBB de Omicron.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró a la EG.5 variante de gran interés. De acuerdo con la proyección de variantes de los CDC, la EG.5 es la variante dominante de la COVID-19 en los Estados Unidos. Se estima que esta variante representa el 20.6 % de las nuevas infecciones.
Después de la EG.5, la FL.1.5.1 comprende el 13.3 % de los casos nuevos informados de la COVID-19.2 Las tasas de casos informados casi se duplicaron con respecto a la semana anterior.
Las variantes EG.5 y FL.1.5.1 derivan de la variante XBB con una mutación. La mutación, F456L, puede ser la causa de la rápida propagación de las variantes.
Subvariante BA.2
La diferencia entre la BA.2.86, EG.5 y la FL.1.5.1 es su variante antecesora, la BA.2. La BA.2.863 es una cepa altamente mutada de la COVID-19. A pesar de que todavía es pequeña, los CDC continúan con sus seguimientos.
Los síntomas de las variantes siguen siendo similares a los de las cepas anteriores de la COVID-19.