Volar cometas durante la COVID-19 - Reeve Foundation
Nos levantamos un día frío y ventoso en el norte de Nuevo Hampshire. Agradecidos de que la lluvia torrencial no fue la nieve que se había pronosticado como parte de la tempestad que pudo dejar 6-12 pulgadas de nieve. Decidimos llevar a los niños a volar cometas en nuestro primer día de primavera en nuestras vacaciones en casa. Inicialmente, no veía el punto de las vacaciones de abril ya que nadie puede ir a ningún lugar, hacer nada, o ver a nadie más allá de su familia en cuarentena. Sin embargo, como maestra, estoy acostumbrada a moverme en mi salón y alrededor de mis estudiantes, y no me acostumbro a estar en la computadora. Mis ojos y mi espalda necesitaban un respiro más que mi estado mental o emocional. En verdad, quería que Geoff diga, "Cariño, ¿por qué no te quedas en casa, lees un libro, y yo me llevo a los niños por mí mismo al estacionamiento de Loon para volar sus cometas?"
¿Adivine qué? No lo hizo. En vez, me dijo, "Creo que el aire fresco (a pesar de conducir con el viento y la lluvia) nos hará bien a todos". Ese es mi marido. Así que cargamos a la familia y cometas y nos dirigimos al otro lado de la ciudad. Puede que haya hecho muecas. Quizás más de una vez. Tengo que ser honesta. Los niños estaban dispuestos, así que fingí que yo también, como lo hacen los padres. En cuanto parqueamos el Subaru familiar, Geoff alisto las cometas y ellos apenas sintieron la lluvia y el viento que su madre, que seguía sintiendo la pérdida de su libro y cálida cama, sentía.
Sin embargo, las cometas son divertidas por muchas razones. ¿Nunca voló una cuando era niño? La sensación cuando el viento toma agarre y el poder se transfiere a su muñeca que sujeta el cordón o cualquier tipo de hilo que sujeta el diseño de tela en el otro extremo. A mi marido le encanta volar cometas y voló muchas en su infancia. Este puede ser un deporte en el que finjo ignorancia para que Geoff sea el que tiene que desenredad nudo, redirigir un alzamiento, etc. él es nuestro experto volador de cometas, y es una actividad sencilla desde su silla de ruedas.
Excepto hoy, él tuvo que poner los frenos de su silla o la madre naturaleza, con sus ventarrones de 40-50 millas por hora, lo hubiera empujado de un lado a otro por todo el estacionamiento. Los restos de arena, roca y pavimento roto por el invierno hubieran causado una caída terrible sin duda. Así que permaneció junto al carro mientras que nuestros hijos de ocho y diez años corrían en círculos alrededor de él con sus cometas, felices. De vez en cuando, tenía que reparar una cometa, pero fue divertido incluso a pesar del frío, viento y lluvia.
Ya que no podemos viajar a ningún lado sin el scooter y casco de nuestro hijo, él amarró su cometa a la manija, gritando: "Papá, mira, ¡es poder eléctrico!" él estaba cruzando el estacionamiento con el poder del viento en sus velas, la emoción era palpable. "¡Papá, papá, vamos a amarrar ambas cometas a tu silla de ruedas y nos puedes llevar como un velero!" Es como si él hubiera inventado el poder del viento. Geoff se río y cerro su chaqueta más arriba. Nos hubiéramos quedado ahí por horas si la cometa de mi hija no se hubiera roto tras tantos choques. Compartir un cometa con un hermano no es ideal. La lección #418 de ser padre durante una pandemia.
En unas vacaciones normales en Abril, los niños y yo vamos en carro a visitar a amigos de la universidad o familiares que viven a un día de nosotros. Esperaba ir a la Gran Manzana por primera vez con un viaje adicional al campo de batalla de la Guerra Civil en Gettysburg, pero las ordenes de quedarse en casa postergaron el viaje para el próximo año. Un abril normal generalmente lleva a Geoff a la montaña Cooper o Big Sky para la demonstración del entramiento en equipo de PSIA Nacional, esquiar, etc. Nada sobre esta primavera ha sido normal, ni sabemos cuándo regresaremos a la normalidad. Hasta entonces, yo recomiendo volar unas cometas en un día ventoso. Sería mejor si no tuviéramos que manejar en la lluvia, pero a veces necesitamos un poco de energía eólica para recoger nuestras velas. Nuestras mejillas estaban rosadas, nuestros abrigos estaban empapados y nuestras pequeñas almas se refrescaron con la magia de un poco de energía eólica y unas cometas de tiburón y mariposas.
Heather Ehrman Krill es una escritora, esposa, maestra y madre que vive en las montañas blancas de Nueva Hampshire con su esposo, Geoff, que vive con paraplejía y es un esquiador profesional, y sus dos hijos, Carver y Greta que tiene 10 y 8 años. Por favor chequee su novela True North (El norte verdadero), página web www.heatherkrill.com, la página de Facebook de la autora Heather Krill, y en Twitter en @heatherkrill1.
Para obtener más información sobre el coronavirus, visite el Centro de Información sobre la COVID-19 de la Fundación Reeve.