“La iglesia es el peor enlace para estar con Dios,” alguien pudiera decir. Entonces el otro pudiera decir: “me siento humillado porque criticas mi religión”. Ahí una gran diferencia. El hecho de que alguien no esté de acuerdo contigo no significa que invalida tus emociones.
Tengo derecho a opinar sobre algo, pero no a opinar sobre cómo te sientes con ese algo. Valido que te sientas humillado, pero simplemente no estoy de acuerdo contigo en este tema. Tenemos que hacer la diferencia cuando conversamos o discutimos con alguien sobre si esta situación es algo personal o es parte de una opinión sobre un tema. El tema de la religión puede ser algo fácil de entender, pero lo podemos complicar al decir: “Estoy triste porque tú me haces sentir triste y no haces nada para que yo no me sienta triste”. Este es un ejemplo de cuando la validación de los sentimientos es tergiversada a tal grado que tomamos personal el punto de vista del otro.
En el blog anterior hablábamos de las invalidaciones de las emociones y ofrecí algunos ejemplos de cómo podemos, hasta sin querer, invalidar a alguien. Ahora, la comunicación efectiva en cualquier relación de eso mismo se trata, de entender qué hay detrás de cada palabra. Si se te hace difícil traducir lo que las personas quieren decir, aquí te doy un truquito. ¿Cómo te trata la persona a quien tiene dudas de sus palabras? ¿Como actúa? Allí vas a encontrar la contestación, en sus acciones. De ahí vas a poder hacer un comentario para poder empezar una conversación sobre sus palabras. Si la persona dice, no debes estar triste por tal cosa, pero te apoya, lo sientes, lo ves queriendo ayudar, podrás ver que quizás estas tomando esa “invalidación de emociones” como algo personal y traduciéndolo desde tu carencia. Sí, carencias a trabajar psicológicamente. ¿Por qué me hiero con esta información? ¿Por qué asumo y hago predicciones de comportamiento? ¿Por qué no he podido hacer un "match" entre palabras y acciones?