Cuando las personas tienen una lesión de la médula espinal, no solo sus capacidades físicas tienen un impacto profundo, sino también su bienestar emocional. La pérdida repentina de la movilidad, la independencia y un modo de vida familiar anterior pueden hacer surgir una compleja diversidad de emociones. Entre esas emociones, el duelo suele surgir como una respuesta natural. Comprender las cinco etapas del duelo, según las describe Elisabeth Kübler-Ross, ofrece perspectivas de las respuestas emocionales frecuentes que pueden surgir a lo largo de todo el proceso de recuperación.
La negación puede manifestarse de diversas maneras, como minimizar la importancia de la lesión, evitar comentarios sobre sus implicancias a largo plazo, o buscar múltiples opiniones médicas con la esperanza de recibir un diagnóstico diferente. Aunque la negación puede proporcionar un alivio temporal del dolor, reconocer la realidad de la lesión de la médula espinal es esencial para iniciar el proceso de sanación. Alentar las conversaciones abiertas y honestas sobre la lesión, sus consecuencias y los sistemas de apoyo disponibles puede ayudar a las personas a examinar gradualmente sus emociones de una manera más constructiva.
En cierto punto durante el proceso del duelo, es común sentir ira. La ira surge del profundo sentido de injusticia, frustración e impotencia asociado con la pérdida de capacidades físicas y la alteración de una vida previamente independiente. Puede expresarse externamente, a través de exhibiciones de frustración hacia otras personas, o puede internalizarse, llevando a sentimientos de autoinculparse, culpa y la sensación de estar atrapado en una situación injusta. Es importante reconocer que la ira es una respuesta normal y emocional válida a las inmensas dificultades que representa una lesión de la médula espinal.