Una lesión de la médula espinal no es solo un duelo físico, es un duelo emocional. No solo enfrentamos perdidas físicas, sino que no saber enfrentarnos diariamente a las altas y bajas de las frustraciones es una situación que se puede volver patológica. En los pasado blogs estuvimos discutiendo los neurotransmisores y como ellos se relacionan con las emociones. Ya hemos hablado de algunas explicaciones químicas de lo que produce la ansiedad y les digo químico porque es importante que podamos diferenciar entre desbalances químicos y sentimientos. Por ejemplo, una cosa es ansiedad y otra cosa es miedo y otra cosa es tener ansiedad descontrolada y otra ansiedad de la “buena” y ¿dirán ustedes, ansiedad “buena”? Si, ansiedad buena. Si tenemos un examen que tomar, naturalmente nos dará ansiedad y eso nos pondrá en un modo de acción por encima del modo que tenemos diario. Esa energía se torna en un motor turbo que nos permite alcanzar la meta. Los neurotransmisores se activan para ejecutar la tarea.
En los pasados blogs estuvimos discutiendo la serotonina. La serotonina influye directamente en la inhibición y control de la ira, en los cambios de humor, en la regulación del sueño, en la cantidad de apetito y además en uno de los neurotransmisores relacionados a la ansiedad.
Ahora, ¿cómo relacionamos todo esto con calor? Puerto Rico sufre de una ola de calor en estos días insoportable. Cuando tenemos ansiedad, el cuerpo lo manifiesta con unos síntomas incapacitantes y recurrentes. Dificultad para respirar, pulsaciones cardíacas aceleradas, dolor en el pecho, sensación de ahogo, sudoración, vómitos, entre otras. Esos síntomas también los provoca el calor excesivo que estamos sintiendo.
Cuando hace mucho calor, el cuerpo se esfuerza más y desata síntomas muy parecidos a los de la ansiedad. Nos agitamos, nos ponemos nerviosos y se hace difícil conciliar el sueño. Se le llama.