Los pacientes con cáncer son un grupo de alto riesgo: sus probabilidades de contraer enfermedades como el COVID-19 aumentan debido a que el sistema inmunológico está debilitado. Las vacunas contra el COVID-19 y los refuerzos fortalecen la protección y la resistencia al COVID-19 y sus variantes. Debido al mayor riesgo de contraer COVID-19, los funcionarios de salud pública y los médicos recomiendan que los pacientes con cáncer reciban vacunas contra el COVID-19 y refuerzos.
Los investigadores, los profesionales de salud pública y los médicos aconsejan a las personas que reciban vacunas contra el COVID-19 y refuerzos. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés) mantienen actualizada su información sobre el COVID-19 si desea informarse más sobre vacunas, síntomas, tratamientos o pruebas.
Las personas con una lesión de la médula espinal (LME) tienen mayor riesgo de contraer COVID-19 debido a un sistema inmunológico debilitado. Un sistema inmunológico debilitado disminuye la capacidad del cuerpo para alejar enfermedades y lo dejan vulnerable a enfermedades severas como el cáncer. Las personas con LME corren mayor riesgo de recibir diagnósticos de cáncer de vejiga o de médula espinal.
Cuando las vacunas contra el COVID-19 estuvieron disponibles para el público, la mayoría de los oncólogos o centros oncológicos les recomendaron a sus pacientes que recibieran las vacunas. Eso era porque las vacunas y refuerzos protegían satisfactoriamente y fortalecían la resistencia contra el COVID-19. Los pacientes con cáncer se beneficiaron con las vacunas y refuerzos ya que disminuían su riesgo de infectarse con COVID-19. O bien, si de todas maneras contraían COVID-19, los efectos secundarios eran menos severos.
Un estudio dio seguimiento a 73.608 pacientes con cáncer durante las olas de delta y ómicron de COVID-19. Los investigadores examinaron la relación entre los resultados de COVID-19 y las dosis de vacunas de ARNm (Pfizer, Moderna) entre pacientes con cáncer activo (bajo tratamiento), sobrevivientes y un grupo de control (sin cáncer).
Los participantes fueron agrupados de acuerdo con su estatus de vacunación: ninguna vacuna, dos, tres o cuatro dosis. La relación de tasa de incidentes (IRR) se comparó con la población general. Las IRR de cada grupo compararon infección con COVID-19, hospitalizaciones y enfermedad severa (incluso muerte).