Caídas, emergencias y soluciones
Problemas, retos, emergencias y demás nos suceden día a día a cualquier pareja, pero ¿qué pasa cuando mi esposo tiene una lesión medular a nivel T6 y solo tiene movilidad en su brazo derecho? ¿Cómo me puede ayudar si físicamente no puede por su lesión?
En abril del año pasado en su cumpleaños, cuando se preparaba para ir a trabajar, mientras estaba tratando de voltearse, no calculo bien y su cuerpo fue a dar al suelo, afortunadamente hay alfombra y no se golpeó fuerte. Estando él y yo solos, no había manera de que yo lo pudiera subir a la cama y él no puede levantar todo su cuerpo con solo un brazo. Primero acomodé mejor su cuerpo y revisé que no tuviera alguna lesión, afortunadamente no había nada grave. Entonces, nos calmamos, analizamos la situación y decidimos ambos; la mejor solución sería llamar a los bomberos. Cuando llegaron a casa ellos analizaron la situación y nos asistieron. Mi esposo les dio instrucciones; se colocó una sábana enseguida, a lo largo de su cuerpo, lo rodaron a la derecha, metieron la sábana, después a la izquierda y sacaron la sábana por ese lado. Entre cuatro bomberos sujetaron la sábana de sus esquinas asegurándose que estuviera bien reforzado levantándole, regresando a la cama.
Las caídas son inevitables, pues nos volvió a pasar. Estando en la silla de ruedas, mi esposo se inclinó para recoger algo del piso, lo cual puso todo su peso en sus pies que estaban en el descansapies; estos estaban en un ángulo que causó mal equilibrio provocando la caída. Yo estaba en la cocina, me alarmé, pero inmediatamente traté de mantener la calma, eso es muy importante en estas situaciones. Me dio instrucciones de acomodar su cuerpo, cabe mencionar que él también mantuvo la calma, y no es fácil. La preocupación de fracturas es inminente porque mi esposo ya se ha fracturado el tobillo por caída anteriormente, y fue todo un caos. El susto, la impresión de ver una fractura y la recuperación; cuando se tiene lesión medular espinal es mucho más lento. Me dijo que extendiera sus extremidades. Yo me enfoque en revisar por alguna lesión, fractura u otro daño en su cuerpo. Como nos percatamos de que todo estaba bien, tomamos la decisión de no llamar a nadie, ni a los bomberos. Decidimos esto en caso de que en futuras emergencias o alguna catástrofe en las cuales no habría quien nos asistiera podríamos resolver solos. Hice la técnica de la sabana, pude deslizarlo fácilmente jalando la sábana hacia el sillón.
El plan era subir al sillón de poco en poco haciendo escalones improvisados. Al tratar de ejecutarlo no fue lo que imaginamos, sabíamos que sería complicado, pero no tanto. Mi esposo al solo tener su brazo derecho no me puede asistir mucho, esto causa frustración y agotamiento en ambos. Pero, poco a poco logramos subir cada escalón, yo lo sujetaba por detrás rodeando su pecho con mis brazos y usando mis piernas para jalarlo y cautelosa cuidando no lastimarme la espalda. Tomó tanto tiempo llegar al sillón, pero sentimos un alivio al saber que si nos encontrábamos en una situación así somos capaces de solucionarlo.
Lo más reciente que nos pasó fue en un viaje que hicimos por las vacaciones del día de Acción de Gracias: Decidimos ir a pasear, el plan era ir a Gran Cañón y después a Sedona. Todo el viaje estuvo muy bien, hasta que en pleno día de Acción de Gracias cuando nos dirigimos al Gran Cañón, una de las llantas de nuestro automóvil se pinchó. Inmediatamente me orillé, cautelosamente salí del carro, cuidándome de los otros conductores que viajan a altas velocidades. Al ver la llanta, me di cuenta de que era una llanta pérdida, pues se reventó. El lugar donde quedamos parados es desierto, rocoso. Y sin barras de señal en nuestros celulares. Ya me había tocado cambiar llantas a nuestro automóvil anterior, pero el que viajamos es diferente. Mi esposo desde el carro se comunicaba conmigo, empezamos a ver el manual, saque las herramientas necesarias, especialmente el kit para alertar a los conductores. Empecé el proceso, afloje las tuercas de la llanta, como siempre, hay una que es la más difícil, fue una batalla, pero lo logre. Mi esposo seguía apoyándome con instrucciones y guía. Mientras le estaba echando aire a la llanta de repuesto, afortunadamente un policía nos vio y llegó a asistirnos. Siendo día festivo teníamos la posibilidad de no encontrar quien nos vendiera y pusiera una llanta, ya que con la de repuesto es peligroso viajar. Viajamos a la ciudad más cercana y con mucha suerte encontramos un lugar abierto y se logró cambiar la llanta. Desafortunadamente ya no fuimos al Gran Cañón, pero si pudimos irnos directo a Sedona.
Todos estos detalles son difíciles para mi esposo, ya que me ve hacer las cosas sola y la impotencia de no poder ayudarme físicamente lo frustra. Entiendo mucho su situación y sentir. Me sentiría igual al no poder hacer nada para ayudar físicamente en una situación de emergencia. Lo bueno de todo esto es que tras las cosas que nos han pasado han servido de aprendizaje, tener paciencia, comunicarnos y escucharnos para lograr salir de cualquier problema.